Raíz de amargura

24.09.2024

"Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la Gracia de DIOS; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados" (Hebreos 12.15).

  La personalidad o carácter de cada ser humano es muy variada, y esto hace que muchas veces reaccionemos a determinado asunto, de una manera distinta de lo que lo haría otra persona. Muchas veces hay fuertes discusiones porque no llegamos a un acuerdo con el otro; lo cual nos pondrá en aprietos. Otras veces, entran en juego los egos de las personas y la situación se transforma en caos, provocando que nos alejemos de los demás. Cuando esas cosas se acumulan o se prolongan en el tiempo, comienza a surgir en el corazón del ser humano, algo que la Biblia llama: raíz de amargura (odio, orgullo, resentimiento, ira, venganza, desprecio, etc.).

  Y de la misma manera que la raíz de una planta se aferra al suelo, la raíz de amargura se aferra al corazón y se incrusta en lo más profundo, para solo dar frutos negativos y dañinos para el ser humano. El simple hecho de que comience a brotar una raíz de amargura, no solo estorbará sino que también contaminará a quienes nos rodean (Hebreos 12.15b). Todo aquel que tiene una raíz de amargura, no está tranquilo, no tiene paz en su corazón y hablará mal de los demás.

  Es por eso, que si en nuestra vida está creciendo una raíz de amargura, necesitamos resolverlo, y la única forma de hacerlo es acercándonos al SEÑOR y sometiéndonos a ÉL (Santiago 4.7).

  Necesitamos como creyentes en JESÚS, buscar Su socorro y ayuda, porque es ÉL quien transforma nuestro carácter para que sea semejante al suyo (2° carta a los Corintios 3.18). Es ÉL quien nos guiará para que también resolvamos el asunto con la otra persona (ya sea pidiendo perdón o perdonando).

  La Escritura nos enseña: "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres" (Romanos 12.18).

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