Poder... para ser testigos
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el ESPÍRITU SANTO, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1.8).
Cuando el SEÑOR JESÚS caminó por esta tierra, les dio a Sus discípulos esta promesa: "Mas el Consolador, el ESPÍRITU SANTO, a quien el PADRE enviará en Mi Nombre, ÉL os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo os he dicho" (Juan 14.26). Además, justo antes de ascender a los cielos, les recordó: "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el ESPÍRITU SANTO, y me seréis testigos..." (Hechos 1.8).
Ellos no solo serían consolados y enseñados por el ESPÍRITU del SEÑOR, sino que además serían testigos ante el mundo de que hay un SALVADOR. Y todos los creyente en JESÚS, tenemos ese mismo propósito que tenían los discípulos del SEÑOR: anunciar el Evangelio siendo testigos de ÉL, pues todos necesitan ser salvos.
El SEÑOR verdaderamente quiere usarnos para que llevemos las buenas nuevas a un mundo que se está perdiendo. Y como lo leemos en nuestro texto bíblico de hoy, ÉL no nos ha dejado solos, sino que nos dio el ESPÍRITU SANTO, quien nos guía para que testifiquemos de CRISTO con poder.
Constantemente el SEÑOR nos capacita para la tarea, y es por eso que debemos estar dispuestos a obedecer el mandamiento del SEÑOR: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del PADRE, y del HIJO, y del ESPÍRITU SANTO; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" (Mateo 28.19-20).
Necesitamos estar dispuestos, siendo para DIOS un instrumento útil, y ÉL se encargará de tocar los corazones endurecidos por el pecado para transformarlos y salvarlos.