Pasar tiempo con el SEÑOR nos cambia
"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del SEÑOR, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el ESPÍRITU DEL SEÑOR" (2° carta a los Corintios 3.18).
¿Será posible que una persona agrade a DIOS si no pasa tiempo con ÉL? ¿Será que es posible hacer la voluntad del SEÑOR si no estamos en sintonía con ÉL? La respuesta a esas preguntas, es un rotundo no; ya que esa lejanía con el SEÑOR, nos impide conocerlo en profundidad y por consiguiente, nos impide saber Su voluntad.
Todo aquel que se relaciona con el SEÑOR, mostrará con su vida esa relación; y las demás personas, podrán ver claramente los cambios que resultan de tener una relación personal con el SEÑOR. Un ejemplo claro de esto es Moisés, quien en el Monte Sinaí, estuvo en comunión con DIOS cuarenta días completos; luego bajó de allí, para darle al pueblo los mandamientos del SEÑOR. Pero... Moisés estaba distinto; algo había cambiado en él.
Moisés no se había dado cuenta de que esos momentos con el SEÑOR lo habían cambiado; ahora su rostro resplandecía (Éxodo 34.27-29). Pero aunque él no lo había notado, los demás sí lo hicieron (Éxodo 34.30-32). Esto siguió sucediendo, ya que Moisés, continuaba relacionándose con DIOS. Y cada vez que él volvía con el pueblo, ellos se daban cuenta de que había estado con el SEÑOR (Éxodo 34.33-35).
El SEÑOR se ocupa de moldear a los creyentes en JESÚS, para que seamos más como ÉL (2° carta a los Corintios 3.18); y si nos relacionamos con el SEÑOR cada día, no solo iremos cambiando (por obra y gracia de ÉL), sino que también podremos reflejarlo.