Nuestra misión
"Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti" (Hechos 26.16).
Saulo, también llamado Pablo (Hechos 13.9), tenía antes de conocer a JESÚS, un objetivo muy claro en su vida; y la Escritura lo dice de esta manera: "Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del SEÑOR, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén" (Hechos 9.1-2).
Esas cartas le fueron entregadas a Saulo, y emprendió su viaje hacia la ciudad de Damasco. Sin embargo, cuando estaba cerca de la ciudad, DIOS se le aparece y le da una misión o propósito para su vida. Dicho propósito, consistía en llevar almas a CRISTO; lo cual, era muy distinto a lo que él estaba acostumbrado.
Mediante su testimonio y mensaje, muchos verían y se convertirían de las tinieblas a la luz del SEÑOR. Las personas ya no estarían bajo el poder de Satanás, sino bajo el poder de DIOS; y no solo eso, sino que además recibirían por la fe, perdón de pecados y herencia eterna entre todos los santificados (hechos santos por la sangre de CRISTO) (Hechos 26.12-18).
Todos los que creemos en JESUCRISTO, también somos ministros y testigos del SEÑOR; y debemos estar dispuestos a hablar de ÉL, para que aquellos que no conocen al SEÑOR, puedan conocerlo por la fe y ser salvos (Marcos 16.15-16). Y para cumplir ese mandato, no es necesario tener estudios avanzados, o ser un líder en la iglesia; sino que tan solo se requiere que seamos obedientes al llamado del SEÑOR.