¡No hay otro SALVADOR!
"Yo, Yo JEHOVÁ, y fuera de Mí no hay quien salve" (Isaías 43.11).
María y José iban rumbo a la ciudad de David (Belén), y se acercaba el momento del nacimiento de su primer hijo (JESÚS). Así que, ellos debían encontrar un lugar lo suficientemente cómodo para que ella diese a luz, pero no lo encontraron.
La Escritura lo describe con estas palabras: "Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón" (Lucas 2.6-7).
El lugar era humilde; pero allí estaba, acostado en un pesebre (comedero de animales), quien sería el Salvador de todo aquel que cree en ÉL (Lucas 2.10-12). Nadie más podría llevar a cabo el plan de salvación, sino solo el HIJO Amado de DIOS (JESÚS). Es ÉL quien había sido preparado desde antes de la fundación del mundo (1° carta de Pedro 1.18-21).
Por eso, la Palabra de DIOS nos enseña: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4.12).