¡ÉL está presente!
"JEHOVÁ solo le guió, y con él no hubo dios extraño" (Deuteronomio 32.12).
En los tiempos del Antiguo Testamento, DIOS se había ocupado de Su pueblo Israel de una forma muy especial; y Moisés, en su cántico que se registra en el libro de Deuteronomio (capítulo 32), les recuerda (a ellos) esa guía del SEÑOR.
Ellos necesitaban recordar, que así como un águila protege a sus pollos, el SEÑOR los había guiado, los había instruido y los había protegido también a ellos (Deuteronomio 32.10-14). Pero también, ellos necesitaban recordar, que DIOS había sido bueno con ellos porque los amaba. Y aunque ellos se desviaban continuamente, el SEÑOR no los abandonaba, sino que buscaba corregirlos; y así lo hacía, cada vez que Su pueblo se desviaba.
Nuestros desvíos en los caminos del SEÑOR, no son muy diferentes a los desvíos que tenía el pueblo de Israel; y al igual que con ellos, el SEÑOR nunca nos abandonará, sino que nos corregirá mostrándonos 'la senda de la vida' (Salmo 16.11a).
Cuando obedecemos al SEÑOR, ÉL está allí; y si nos desviamos, ÉL también está allí, pues 'no nos dejará ni desamparará' (Hebreos 13.5b). Pero ese amor del SEÑOR por nosotros, no significa que tenemos licencia para hacer lo que queremos; sino que Su amor debe motivarnos, a ser obedientes a ÉL.